Yo, sótano, apenas me comprendo,
fui el probable
significado coloquial de algo,
donde los grillos parecen
profetas,
esquemas cotidianos,
medievales hechiceros
a punto de ser la
mayúscula
de cualquier palabra.
Yo me duché de incrementos
emocionales,
poseía aquello comestible de lo monótono,
me presencié
hacerme un lugar,
a donde ir, a donde caer.
Yo, sótano, apenas
posible definición
de algún diccionario.
Yo cómplice de lo
ordinario, reflejo de lo humilde,
mi biografía en
decadencia...
Si logran comprenderme
se enterarán que he
sido
la estrofa que mis manos propias
escribieron en el
santiamén…
De todo lo que me duele
y me sobra, sé que sobra.
Yo, sótano, párpado inoperante de mis décadas,
sombra de algún
páramo…
Yo, sótano, apenas me comprendo,
fui coloquial para ser cualquier
fin,
indefinido, indefinido.
En tus ojos de cuarzo están nevando primaveras.
Tu mirada es de trigo,
de un polen que con su verdear
hace que tiriten los mares…
Y he rozado
con mi vuelo tus venas
que parecen dalias,
mis pupilas se hacen cascadas,
te recorren,
te recorren pues, todas mis ansias en sigilo.
Para tus ojos
soy hidalgo
y soy un verso de trementina
que se hace fogata en tus dulces
brazos,
esta noche es como el suspiro
de tu cintura vestida de
solera
como sutil pradera cálida, que me atrapa
con su connotación
fervorosa.
De tus ojos gallardos nacen claveles
son un ramillete de
estrellas fugaces.
Tu mirar, es un mirar que se ciñe
a mi enjambre de
caricias que son llamaradas,
que vuelan, que vuelan y se cimbran
en tu
cuerpo y en tus ojos de cuarzo
donde están nevando
primaveras.